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Hacia una reforma electoral

 El sistema político mexicano se ha transformado y requiere una actualización de su marco jurídico

Alejandro Carvajal Hidalgo


La Cuarta Transformación encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha propuesto, entre otras cosas, cambiar al régimen corrupto, ineficaz y usurero por uno de honestidad, buenas prácticas de gobierno y bienestar. Por ello, se han emprendido además de programas sociales, un manejo disciplinado de la economía y atracción de inversiones internacionales, así como una serie de reformas constitucionales y legales que coloquen en el centro a las y los más pobres del país; de esta forma se combate la desigualdad con desarrollo económico.

Sin embargo, dos reformas son fundamentales para que el incipiente régimen del humanismo mexicano se consolide, me refiero a la fiscal y a la político-electoral. En esta ocasión me enfocaré en la segunda.

Es evidente que el marco jurídico que regula nuestro régimen electoral está dejando de ser vigente, para empezar porque actualmente más que un sistema pluripartidista es un sistema de dos grandes coaliciones que lo acercan más a un bipartidismo, de tal suerte, que surgen inconformidades, por ejemplo, por la cláusula de la sobrerrepresentación que está escrita para una disputa de varios partidos y no de dos grandes coaliciones.

También es importante resolver la situación del número de representantes en el Congreso de la Unión, es decir, abrir la discusión a si es conveniente reducir el número de legisladores, y si es así, si es que se eliminarían a los representantes plurinominales.

Por otro lado, el principio de autodeterminación partidista del que habla el artículo 41 constitucional ha servido como un blindaje legal para que se perpetúen en el poder los mismos dirigentes partidistas de siempre, lo que impide que los partidos sean instrumentos con vocación democrática y en su lugar son capturados por burocracias que se engolosinan con el presupuesto público y también con un oscuro tráfico de influencias de aportaciones privadas no registradas. Además de democratizar a los partidos debemos insertar perspectiva de género, solo piense esto: ¿Cuántos partidos nacionales son dirigidos por una mujer? Así es, ninguno.

Finalmente, quizá uno de los temas más polémicos es el de la autoridad electoral. Más allá de si se toca o no, lo cierto es que el Instituto Nacional Electoral (INE) igual que otros Organismos Constitucionales Autónomos viene de una tendencia de canonjías y privilegios de su alta burocracia, excesos que lastiman su credibilidad y que es urgente subsanar, sin que esto implique que se menoscabe su autonomía sino al contrario que se fortalezca. Estas son algunas de las tendencias que el sistema político mexicano enfrenta y que llevan a concluir que se acerca una reforma en materia político-electoral.

@ACarvajal06

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