Entre la Oligarquía y el
Sectarismo
Por:
Isaac Palestina
@IsaacPalestinaD
Morena, el partido que ha encabezado la Cuarta
Transformación, se encuentra hoy en una encrucijada política que podría definir
su futuro. Entre las dinámicas oligárquicas y sectarias que parecen dominar sus
filas, surge una preocupación legítima: ¿cómo puede este movimiento
consolidarse como un partido de vanguardia, capaz de representar de manera
genuina las demandas sociales, especialmente aquellas de carácter ambiental? La
respuesta parece lejana mientras el partido oscila entre estos dos extremos,
alejándose de sus raíces populares.
Por un lado, Morena corre el riesgo de caer en una
estructura oligárquica, dominada por grupos que, en su búsqueda por el poder,
replican los mismos patrones de los partidos tradicionales que se buscaba
combatir. Esta concentración de poder amenaza con desvirtuar el proyecto de la
Cuarta Transformación, volviéndose cada vez más distante de los movimientos
sociales que alguna vez fueron su base.
Por otro lado, la dinámica sectaria dentro de Morena
también representa un peligro. Este tipo de prácticas, basadas en la exclusión
de voces críticas y la creación de grupos cerrados que se apropian de la
narrativa del partido, sólo contribuyen a la polarización interna. En lugar de
abrirse a nuevas ideas y líderes, Morena parece estar encerrándose en sí misma,
alejándose del pueblo que la llevó al poder.
Ninguna de estas dinámicas, ni la oligárquica ni la
sectaria, llevará a Morena a consolidarse como un partido progresista y de
vanguardia. Muy al contrario, alejará al partido de los movimientos sociales
que lo sostuvieron en sus primeros años, particularmente aquellos vinculados a
la justicia social. En un país que enfrenta crisis ambientales graves, como la
contaminación del Río Atoyac, o la sobreexplotación de la Cuenca Granjas-Oriental,
es imperativo que Morena se conecte de nuevo con los grupos ambientalistas y
las comunidades afectadas por la depredación del medio ambiente.
Morena debe retomar su identidad como un movimiento
popular y transformador, abierto a nuevas voces y liderazgos, capaz de integrar
a los movimientos sociales en su lucha por un cambio real. Si el partido sigue
por este camino, corremos el riesgo de verlo convertido en una herramienta
perecedera para la Cuarta Transformación, destinada a quedar obsoleta y perder relevancia
en las futuras luchas sociales.
La Cuarta Transformación requiere de un Morena
comprometido con las causas populares, especialmente aquellas vinculadas al
medio ambiente, la justicia social y la democratización del poder. Si el
partido no logra superar estas dinámicas oligárquicas y sectarias, no sólo
fallará en consolidarse, sino que también pondrá en peligro el legado
transformador que aún está en construcción.
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